La idea de que la tecnología avanza más rápido que el Derecho a menudo se escucha, pero considero que es una afirmación desacertada. Antes de criticarme, te invito a leer los siguientes párrafos. En los últimos 50 años, la sociedad ha experimentado ciclos tecnosociales significativos, posiblemente más relevantes que los ocurridos en siglos anteriores. La tecnología digital ha permeado todas las esferas de la vida humana, transformando diversos aspectos sociales. El desarrollo continuo de nuevas tecnologías sugiere que estos ciclos tecnosociales podrían acelerarse en las décadas venideras, dando lugar a nuevas conductas, comportamientos y actitudes. Conceptos como aprendizaje automático, realidad virtual y automatización laboral son solo ejemplos breves de los cambios que se avecinan. La sensación de que la vida está cambiando rápidamente y que el Derecho no puede seguir el ritmo de estos grandes avances tecnológicos es común. Algunos sostienen que el Derecho es obsoleto y está destinado a desaparecer, lo cual es preocupante no porque sea un sistema perfecto, sino porque es crucial para alcanzar la justicia, fundamental para una convivencia adecuada en sociedad. Frente a esta situación, los juristas del siglo XXI enfrentamos una tarea y responsabilidad monumentales. Debemos llevar al Derecho y a nuestra práctica profesional al nuevo milenio, sentando las bases de una revolución en la profesión jurídica para mantenerlo relevante en la sociedad actual. Necesitamos convertirnos en defensores de la justicia para evitar problemas derivados de avances tecnológicos. Además, debemos hacerlo de manera expedita. Este manifiesto es un llamado a la acción para aquellos juristas que no temen a los cambios tecnológicos, con el objetivo de construir el Derecho del siglo XXI. Proporciona las bases para convertirse en «tecnojuristas», proponiendo una visión fresca del Derecho y desmitificando ideas sobre la revolución tecnológica. El Derecho y los juristas están destinados a evolucionar, y aquí encontrarás las bases para no quedarte atrás. ¡A darle, tecnojuristas!